miércoles, junio 28, 2006

CALMA EN LA TEMPESTAD

Jesús calma la tempestad (Mt. 8. 23-27; Lc. 8. 22-25)
Aquel día, cuando llegó la noche, les dijo: Pasemos al otro lado. Y despidiendo a la multitud, le tomaron como estaba, en la barca; y había también con él otras barcas. Pero se levantó una gran tempestad de viento, y echaba las olas en la barca, de tal manera que ya se anegaba. Y él estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal; y le despertaron, y le dijeron: Maestro, ¿no tienes cuidado que perecemos? Y levantándose, reprendió al viento, y dijo al mar: Calla, enmudece. Y cesó el viento, y se hizo grande bonanza. Y les dijo: ¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe? Entonces temieron con gran temor, y se decían el uno al otro: ¿Quién es éste, que aun el viento y el mar le obedecen?

El domingo pasado fuimos a la Iglesia de San Expedito en Reñaca, a misa!, soy poco asidua a ir a misa, pero cuando voy siempre hay algo que rescato. En esta oportunidad leyeron acerca de cuando Jesús calma la tempestad y de que manera está Dios despierto en nuestra alma, a través de la FE y de la ESPERANZA. Soy una convencida de aquello, tengo la certeza que siempre nos guia y nos acompaña aun cuando lo pongamos en duda, aun cuando seamos los seres humanos tan elementales que no logramos comprender la inmensidad y de notar con simpleza que el amor de Dios es energía.

En lo personal y en muy pocos días se han suscitado situaciones que me hacen “caer en la cuenta” y ver como lo que con tanta fuerza deseo y he pedido al cielo, se está dando de manera tan natural y fluida.

Hace un tiempo decidí escribir un blog, y colocar como título La Alegría, y es así de simple como con toda mi fuerza y sin perder la esperanza decidí transitar FELIZ y en estado de constante alegría. Lo que pude escuchar el domingo pasado me llegó profundamente pues veo a diario como la gente transita por lugares tan sin sentido y con la pena y la rabía tan penosamente inmersas en sus almas……………… finalmente ver eso me angustia y me cansa y me hace muchas veces perder mi objetivo, un poco he de aprender que en la medida que pueda aportar con mis energías y mi alegría, todo bien; sin embargo, cuando en el entorno insiste en su pena, rabia y apatía es mejor y más sano apartarse, pues quizá están en un proceso que han de descubrir aquellas lucecitas que titilan en nuestro ser y en nuestra alma y en definitiva tener la esperanza y la fe que las tempestades de cada uno, en algún minuto retoman su calma.

PD. foto Muelle Vergara 25.06